En la web huevo de chocolate (
http://www.elhuevodechocolate.com/poesias/poesia18.htm) hay varios poemas divertidos e ingeniosos, que le han gustado al mío.
como el de los sastres:
LOS SASTRES
Anónimo
Yo compadezco a los sas - 3,
porque de los hombres to - 2
no hay otros que de más mo - 2
sufran mayores desas - 3.
Por eso soy su vo - 0,
y si me lo permitié - 6
os rogaría que fué - 6
también su amigo sin - 0.
Siempre humilde fué su c - 1
y como viven senta - 2
nunca fueron encumbra - 2
en hombros de la fort - 1.
No hay uno entre 89
que en mil casos repeti - 2
no remiende sus vesti - 2
y los ajenos re - 9.
Y entre ciento no habrá 1
que haya subido a un birl - 8
o haya probado un bizc - 8
en su frugal desay - 1.
No les vale estar arma - 2
para cortar sus vesti - 2:
por la aguja son heri - 2
y por la plancha quema - 2.
Un rey hubo cerve - 0
y cerrajero hubo alg - 1
que, infeliz como ning -1,
cayó al golpe del a - 0;
hubo papas y solda - 2,
por supuesto no eran ler - 2,
que después de cuidar cer - 2
fueron al solio exalta - 2;
pero acerca de los sas - 3,
que por cierto no son ru - 2,
los anales están mu - 2
y sólo cuentan desas - 3.
No a los sastres acu - 6
de sus percances en 1/2,
buscad a su mal re - 1/2
y no a infamarlos pa - 6.
En su taller encorva - 2
los veréis mustios y cuer - 2,
pues sólo un brazo y tres de - 2
mantienen siempre ocupa- 2.
Allí, lector, no pene - 3,
allí llueven los petar - 2
de los blancos, de los par - 2,
de todos los petime - 3.
Porque no faltan beli - 3
que, a estafar acostumbra - 2,
hacen con estos cuita - 2
el oficio de los bui - 3.
¡Cuántos chalecos fia - 2
y pantalones medi - 2,
que luego han sido pedi - 2
y nunca han sido paga - 2!
Dura verdad, no me arras - 3
a decir que en ambos mun - 2
hierven rencores profun - 2
en contra de nuestros sas - 3.
Vienen a nuestros merca - 2
baratísimos vesti - 2
por los franceses vendi - 2
y por nosotros compra - 2.
Preciso es que confe - 6
que están por esto arruina - 2;
mas no por ser desgracia - 2
de sus desgracia abu - 6.
Comentarios
(http://www.elhuevodechocolate.com/poesias/poesia13.htm)
EL IDIOMA CASTELLANO
Pablo Parellada «Melitón González»
Señores: un servidor,
Pedro Pérez Paticola,
cual la academia española
«Limpia, fija y da esplendor».
Pero yo lo hago mejor
y no por ganas de hablar
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.
¿Me quieren decir por qué
en tamaño y esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?
¿Por el acento?. Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio a presidió
ni de tomas a Tomás,
ni de topo al que topó
de un paleto a un paletó,
ni de colas a Colás.
Mas dejemos el acento,
que convierte como ves,
las ingles en inglés,
y pasemos a otro cuento.
¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?
Y la frase tan oída
del marido y la mujer,
¿Por qué no tiene que ser
el marido y la marida?
Por eso, no encuentro mal
si alguna dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.
El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo:
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.
¿Puede darse en general,
al pasar de masculino
a su nombre femenino
nada más irracional?
La hembra del cazo es caza,
la del velo es una vela,
la del suelo es una suela
y la del plazo, una plaza;
la del correo, correa;
la del mus, musa; del can, cana;
del mes, mesa; del pan, pana
y del jaleo, jalea.
¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que ternos corta,
no le llamamos ternero?
¿Por qué, las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?
¿Por qué, el de Cuenca no es un cuenco,
bodoque el que va de boda,
y a los que los árboles podan
no se les llama podencos?
Cometa está mal escrito
y es nombre que no me peta;
¿Hay en el cielo cometa
que cometa algún delito?
¿Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento?
¿Quién va a firmar allá arriba?
¿Es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?
¿Y no es tremenda gansada
en los teatros, que sea
denominada «platea»
donde no platea nada?
Si el que bebe es bebedor
y el sitio es bebedero,
a lo que hoy es comedor
hay que llamarle comedero.
Comedor será quien coma,
como bebedor quien bebe;
de esta manera se debe
modificar el idioma.
¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro
que quien descerraja un tiro,
dispara, pero no tira?
Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.
De largo sacan largueza
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.
De igual manera me aquejo
de ver que un libro es un tomo;
será tomo, si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.
Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladre un chucho
se llamara ladrón.
Porque la silaba «on»
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.
Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.
Y sobra para quedar
convencido el más profano,
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.
Conque basta ya de historias,
y, si al terminar me dais
dos palmadas no temáis
porque os llame palmatorias.
pero aquí gana Gloria Fuertes desde bien pequeñitos... (yo tampoco sé cuántas veces les he leído esto, y cuántas veces lo habrán ya leído ellos, jeje)
http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/Fuertes/010186.shtml
Coleta payasa ¿qué pasa ?
Coleta se asoma, por la puerta de lona, del Circo Coco Drilo.
- Buenas. ¿Es usted el director del Circo Coco Drilo?
- Sí. ¿Qué quieres?
- ¡Quiero ser payasa! ¡Hacer reír! Hacer reír es una obra de caridad. Yo quiero ser payasa.
- ¡Uy ! ¡Tú payasa !
- Sí, yo, Coleta payasa.
¿Qué pasa?
¡Y menos guasa!
... Si quiere me cambio de nombre, y usted pone ahí un gran cartel que diga:
-BLASA, LA PAYASA-
- No, no es eso, es que para ser payasa, hay que tener experiencia.
- Mire, no tengo experiencia (ni sé qué es eso), pero tengo paciencia, gracia y salero, y además, ¡me conoce el mundo entero! Soy Coleta. ¡Coleta de España!
- Escucha, pequeñaja -dijo el director, para ser pasaya hay que ser mayor.
- Ahora escúcheme usted a mí, señor. Yo salgo a trabajar disfrazada, con la cara pintada, con la nariz postiza -de pelota de pimpón-, me pongo peluca y peluquín, y grandes zapatones con tacones, y así, los qeu van a ver mi arte al circo, nunca podrán adivinar los años que tengo.
- ¿Cuánto años tienes?
- Diez años y medio.
- Como los burros.
- No señor, como las burras. Soy niña.
Hubo un silencio extraño. Los ojitos de Coleta echaban lágrimas de pena.
- Bien. Veamos. ¿Qué sabes hacer?
Los ojitos de Coleta echaban chispas de alegría.
- De todo. ¡Sé hacer de todo!
- Cómo de todo...
- Sí, yo también como de todo -dijo Coleta nerviosa y añadió:
- Soy payasa, gimnasta, atleta y poeta (pero esto último a usted no le interesa). Hago el pino, el sauce y la mosca...
- ¿Cómo es «la mosca»?
- Mire, señor director, la mosca es un número muy divertido. Revoloteo por la pista y aterrizo suavemente en la calva de un señor espectador.
- ¿Y de música?
- ¡Uy! Todo de todo. Lo que mejor toco es la tuba.1
- Sí, pero no vamos a comprar una tuba sólo para uste. El circo no está para esos gastos. Además no creo que usted, tan canija, pueda sostener la inmensa tuba.
- Bueno, pues fuera el número de la tuba. También toco la trompeta -dijo Coleta.
- Eso «mí gusta» -dijo el director inglés.
Y Coleta dijo «yes».
Cuando los músicos empezaron a tocar un alegre pasodoble torero,
saltó coleta a la pista,
vestida de artista,
vestida de payasa,
con traje de seda y gasa.
Pantalón floreado de colores;
con todos los colores del arco iris.
Y un gorro blanco-picudo con plumas,
con todas las plumas del pavo real.
Y unos zapatos grandes con tacones,
con todos los tacones que podía aguantar.
Y los niños aplaudían.
Coleta llevaba una trompeta en la mano y mucho miedo en el cuerpo. Era la primera vez que iba a hacer el payaso (la payasa) ante gente que no conocía.
Cuando el foco la enfocó, empezó a tiritar, sin poderlo remediar, era como un «baile San Vito» con música de pasodoble.
Y los niños aplaudían
Coleta se acercó a las primeras filas y... De un niño cogió una risa,
y la convirtió en paloma,
y así otra, y otra y otra.
Y los niños aplaudían
- Y ahora,
voy a demostrar mi gracia,
haciendo fina acrobacia.
Coleta se quitó el gorro picudo y se puso una chichonera, se colocó la cabeza entre las piernas y comenzó a rodar por la pista, como una pelto de carne y hueso.
Y los niños aplaudían
A las tres o cuatro vueltas se desenrolló y mareada y medio bizca saludó.
Y los niños aplaudían
Ahora
señoras y señores
(niño, no llores)
¡el número de mi mágica trompeta!
- anunció Coleta-.
Se callaron los músicos rancios, y Coleta empezó a soplar la trompeta.
Intentó tocar «Tengo una muñeca vestida de azul» para que los niños lo cantaran, pero las notas salían fatal.
Mientras Coleta tocaba cada vez peor, pensaba:
- ¡Qué desastre! ¡Se me ha olvidado el tecleo de los botones estos! Soplar, soplo, pero consigo un higo. ¡Qué despiste y yo en la pista, haciendo el payaso de verdad!... ¡Estoy llorando! ¡Que no se enteren los niños! ¡Angelito de la guarda, ayúdame!
Y de pronto, de la trompeta de Coleta empezaron a salir pajaritos de todos los colores y picos que revoloteaban sobre las cabezas de los espectadores.
Y los niños aplaudían
Y los niños saltaron de sus asientos y se abalanzaron sobre Coleta.
Todos los niños querían tocar la coleta de Coleta.
Era un montón de niños, más, una montaña de niñas y niños rodeaban a Coleta Payasa. Ya no veían ni las plumas del gorro de la artista.
En esos momentos, Coleta era la Payasa más feliz del mundo, porque todos los niños querían besarla y porque, gracias a Dios, no tuvo que hacer el número de «la mosca».
Diez por una es diez,
diez billones al marqués.
Diez por dos son veinte,
soy poeta de repente.
Diez por tres son treinta,
la luna al alba se ausenta.
Diez por cuatro cuarenta,
la tortuga corre lenta.
El ventero de la venta
a sus bichos apacienta,
la tortuga corre lenta,
los bomberos van a ochenta.
Diez por cinco cincuenta,
cómo quiere a su parienta.
Diez por seis sesenta,
el ventero de la venta.
Diez por siete setenta,
a sus cabras apacenta.
Diez por ocho ochenta,
los bomberos van a ochenta.
Diez por nueve son noventa,
soplo el globo y se revienta.
Diez por diez son ciento,
cien o ciento,
y bien qué lo siento,
se acabó este cuento.
http://netic.com.ar/cuentinf/frames.htm
Los que más gracia nos hicieron son los de Pifucio.
fijaos en este por ejemplo:
http://netic.com.ar/cuentinf/ctos-pagos/pifucio/elbanio.htm